Nadie puede dudar de que todo está cambiando muy rápido, y muchos que no somos milenials, pero sí padres, diríamos que de una manera vertiginosa. Por eso, cuando las cosas se nos empiezan a escapar de las manos y sentimos que no estamos preparados para lo que se nos viene encima, empezamos a sentir cierto miedo a lo desconocido, y ello nos lleva a cerrarnos en banda ante ese cambio al que nos resistimos. Tendemos a confiar en patrones hasta ahora sociológicamente aceptados, sin cuestionarnos si eso es realmente lo mejor para nuestros hijos. A ello se le suma el miedo que se produce cada vez que alguien o algo amenaza nuestra zona de confort, aún a sabiendas de que no se trata de una zona confortable, sino segura. Entonces todo hace que los padres nos sintamos liados y angustiados, cuando nuestros colegios de toda la vida nos convocan a una reunión, para explicarnos que van a iniciar proyectos educativos innovadores en las aulas de nuestros hijos en cuestión de meses; y que sus profesores se están formando para dar un vuelco total en el proceso de formación de sus alumnos … nuestros queridos hijos.
Nos hablan de TBL – Aprendizaje Basado en el Pensamiento- , del Visual Thinking – el poder de la imagen en el pensamiento-, de la educación basada en las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner … y es cuando ante tanto cambio e innovación, creemos en la imperiosa necesidad de cursar un máster intensivo al respecto, para poder entender todo lo que se nos viene encima. De repente, alguien nos dice que se acabó lo de aprender de memoria, y que de lo que se trata es de enseñar a pensar. Que a partir de ahora trabajarán en equipo y por proyectos. ¡Uf! … y es cuando muchos padres abogados, notarios, médicos, arquitectos o filósofos, empiezan a dudar de que eso sea algo realmente bueno, ya que a ellos no les ha ido nada mal.
Hay que ser justos, y decir que sacado de contexto, todo esto puede asustar fácilmente a un padre formado en la escuela tradicional, pero también, que la mayoría de educadores poseen muchísima más información y formación de la que creemos; sin embargo, es muy importante saber transmitir todos estos procesos de cambio a los padres de una forma sencilla, clara y sensata. Obtener la confianza de un padre respecto del trabajo diario que se desarrolla en el colegio, será básico y fundamental ya que repercutirá directamente en el proceso de aprendizaje de su hijo.
Un tema muy importante a aclarar y que me lleva al título del post, es el de la memoria. No es lo mismo utilizar la memoria para aprender que aprender de memoria. Para poder aprender, básicamente hay que mover dos elementos, la mente y la emoción, pero está más que demostrado que sin memoria no hay aprendizaje.
José A. Marina, pedagogo y filósofo, dijo: ¿con qué se va a aprender si no es con la memoria, que es el órgano del aprendizaje? De lo que se trata pues, no es de denostar y acabar con la memoria, ya que acabaríamos inmediatamente con la posibilidad de aprender; se trata de utilizar buenos métodos que consisten en enseñar a nuestros hijos a construir correctamente su propia memoria y a aprender a saber utilizarla de forma adecuada. Lo que se pretende es que la gestione bien. Por ello, cuando un niño no sabe recuperar lo que tiene en la memoria puede ser culpa del desorden con que han sido guardadas todas las informaciones y su memoria de trabajo no puede encontrarlas.
Deberemos utilizar los métodos educativos innovadores, investigados anteriormente, y las herramientas y recursos para transmitir mejor, con la finalidad de que los alumnos aprendan a memorizar y a gestionar bien su memoria. Trabajar con una metodología adaptada a los tiempos que corren – y corren rápido- , que sea capaz de mover mente y emoción para lograr motivar al alumno hacia la acción; y por lo tanto hacia el aprendizaje, es algo muy necesario. Es básico mantener el interés por lo que se aprende para poderlo almacenar estructuradamente en la memoria a largo plazo. Lo aprendido irá a parar de forma efectiva a uno de los muchos estantes clasificados en categorías de su memoria, para poder ser utilizado en el momento en que lo necesite y así conectar de forma significativa con los nuevos conocimientos. Será una memoria bien organizada. Pensemos los padres en cómo olvidamos o perdemos los objetos en casa que no hemos guardado de forma ordenada. Lo que no deben hacer es repetir porque sí, sin conocer previamente lo que se va a memorizar, sin darle un sentido. Para ello es básico comprender y entender, y por ello, aprender a pensar. Como dice José A. Marina, la memoria es una destreza que hay que enseñar. Y tampoco les sirve a nuestros hijos decir que ya no hay que memorizar porque todo está en internet si nadie les enseña a entender y estructurar la información, y para ello habrán de utilizar y gestionar su memoria.
No nos hemos de proteger de los tiempos educativos que corren, sino que lo sensato es informarse bien para poder abrirse y confiar en las nuevas posibilidades que tendrán nuestros hijos de aprender mejor a través de nuevas e innovadoras metodologías que ya han sido investigadas e implantadas en otras partes del mundo; y que hoy llegan a nuestras aulas, no para desterrar la memoria, sino para activarla y gestionarla como una destreza que ayudará a desarrollar su talento y les llevará a tomar las mejores decisiones.