Trabajar con jóvenes es realmente emocionante. No hay día en que no experimente lo satisfactorio que resulta mostrarles todas las posibilidades que tienen frente a ellos a pesar de que, por una u otra razón, en un mal momento asumieron que esa posibilidad no existía, aunque sí para los demás.

Me viene a la memoria el caso de algunos jóvenes que llegan a mi al empezar una carrera universitaria y que después de cursar el primer año me comentan que no están a gusto y que tienen la sensación de que se ha equivocado. Evidentemente nos ponemos a trabajar para reconducir la situación y plantear seriamente un plan B poniendo todas las cartas sobre la mesa para analizar, con mucho equilibrio y delicadeza, todo ese recorrido que les llevó a tener esa desafortunada sensación.

Hasta ahí todo bien. Sin embargo, lo que me llama muchísimo la atención y además se produce con demasiada asiduidad, es que una vez reconducida la situación y encontrada la solución, las expectativas del  mi joven y prometedor estudiante son mas bajas de lo que desearía. Me explico con un ejemplo. Cuando está convencido y se siente seguro y decidido a pasar a cursar un doble grado con todo el esfuerzo que ello supone; cree que no llegará de todas formas al puesto laboral que desearía alcanzar en un futuro. Y es allí cuando yo le pregunto, ¿es lo que tú desearías?, ¿es ese el lugar dónde te gustaría estar? … La respuesta evidentemente es sí, pero seguido de … es un sueño y es imposible.

Los jóvenes ven muchas series en las que se identifican como colectivo o individualmente en canales como Netflix, Amazon o Movistar, pero procesan que solo son pelis y que por supuesto no son reales. Son guiones preparados y por eso acaba el muchacho trabajando donde él había soñado toda la vida. Pues no lo voy a negar, ya que eso es verdad. Sin embargo, ¿qué hay de la frase esta película está basada en hechos reales? Evidentemente fuera de toda película de ciencia ficción, el resto ocurre aquí en la tierra y en la actualidad, con personajes cotidianos con sus problemas y necesidades del mundo real.  Así que mis chicos se dejan la parte que deberían realmente procesar, quizás porque supone que querer algo de verdad y perseguir con fuerza lo que deseas, no es un camino fácil.

Cuando una estudiante de 19 años me dice que desearía trabajar en Naciones Unidas y a continuación me dice que bueno, que eso para ella es un imposible, ahí es cuando yo le remito a esas series de Netflix en las que una supuesta “Sharon”, con tan solo 18 años, sueña con trabajar en las oficinas de la ONU de NY. Le comento que ella estudiaba por las mañanas y trabajaba por las noches, y mientras todas sus amigas de la universidad optaban por salir de juerga, ella se las ingeniaba para trabajar de acomodadora en el lugar donde se iba a celebrar una de las conferencias anuales de Naciones Unidas en NY. Allí se reunirían un elenco de celebridades del sector. Después, nuestra Sharon, de forma intencionada, aunque ella lo haría parecer casual, conseguiría la tarjeta de alguna de esas personalidades para poder iniciar algunas prácticas laborales, o simplemente asistir a otro acto, esta vez de oyente, por haber conversado con quien su astucia, mejor dicho, su claridad respecto a cuál era su objetivo, le motivó a hacerlo. Recordemos que podría haber elegido estar de copas toda la noche al igual que sus compañeras, pero no lo hizo.  Y evidentemente, poco a poco la historia se enreda hasta que lograría de una u otra forma estar ahí.

Parecerá un ejemplo un poco exagerado, pero esa es mi intención cuando quiero que me entiendan bien. Hay que perseguir lo que quieres ya que lo que quieres no viene a ti si tú no vas. Sin esfuerzo no hay recompensa, y aunque muchos jóvenes lo han tenido demasiado fácil, ello no significa que no escuchen y comprendan de qué va la película y que les corresponde reescribirla.

Mi objetivo es que vayan a por lo que desean de verdad y que tengan clara su meta, sin miedo a trabajar duro para llegar y con la ilusión del que desea algo y sabe bien lo que quiere.  Y justo será esa ilusión la que les ayudará a ser fuertes y a levantarse cada vez que las cosas se les pongan difíciles. Y así ellos, los jóvenes, serán los verdaderos guionistas de la mejor de sus historias.

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